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jueves, 11 de noviembre de 2010

MAURICIO, EL MAESTRO VIDRIERO

Érase una vez un maestro vidriero español llamado Carlos. Tenía un taller en medio del pueblo de Pozuelo. Carlos últimamente recibía encargos de un hombre rico llamado Mauricio, que quería tener la colección de vidrio más grande del mundo. El había tenido que hacerle de todo tipo desde vasos a todo tipo de botellas. Pero Carlos no estaba triste si no contento porque cada vez los precios aumentaban y ganaba mucho dinero. Era su mejor cliente.

Hasta que un día el rey Felipe V le mandó ir a La Granja de San Idelfonso para hacer los cristales del palacio. Mauricio se enfadó ya que el maestro vidriero se había ido a otro lugar. Así que él se hizo también maestro vidriero. Pasaron días meses y por fin se convirtió en un experto del vidrio.

Disfrutaba viendo como su colección aumentaba pero no veía como su dinero disminuía lentamente, porque al hacerse maestro vidriero dejó de ser terrateniente y vendió sus tierras. Y además no hacía vidrio a la gente si no a su colección. Pero no se daba cuenta. Un día al salir a comprar arena para hacer vidrio se dio cuenta de que no tenia dinero. ¿Qué podía hacer? No podía hacer vidrio porque no tenia arena. ¿Qué iba a vender? Fue a una tienda que tenia arena y mientras el dependiente hablaba robó un saco de arena y se fue a su casa corriendo. Hizo dos de sus esculturas favoritas y salió a la calle a venderlas. Pero la gente no tenia tantas monedas como las que le dio a Carlos por las figuras, entonces las rebajó. Pero al rebajarlas ganó menos así que todavía no tenia suficiente. Justo entonces pensó en Carlos, y se le ocurrió ir a verlo. Alquiló un carro y se fue a La Granja de San Idelfonso. Encontró a Carlos en un taller de madera junto a muchos maestros vidrieros más. Se saludaron y Mauricio le enseñó lo bien que hacia el vidrio, justo en ese momento el rey pasó por allí y le vio, al ver que era tan bueno le contrato.
Pasó el tiempo y se acabó el palacio, ¿ahora que harían? Mauricio le dijo a Carlos que podían hacerse un taller y el aceptó. Y ahora trabajan juntos.


Jorge Luque

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