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martes, 9 de noviembre de 2010

EL ELEFANTE ROBUSTÍN

Erase una vez un elefante llamado Robustín. Era muy grande, con una larga trompa, pero con unas orejas enormes y todos los niños de la comarca se burlaban de él.
- Jo, no tengo amigos y todo el mundo se ríe de mí.
Muy a menudo cuando Robustín se va para su casa, varios niños siempre le perseguían para tirarle bolitas de papel. Robustín corría y corría para llegar a casa lo antes posible, pero como era tan grande no podía correr demasiado, aunque al final llegó sano y salvo, pero con muchas bola de papel pegadas por todo el cuerpo.
-Pero hijo que te ha pasado? Dijo la madre de Robustín al verle lleno de bolitas de papel.
-Que unos niños me han tirado bolas de papel.
-Pero que le has hecho a ellos.
-Nada mama, no sé porque se meten conmigo.
-Seguro que no les has hecho nada, Robustín
-Seguro mamá, te lo prometo.
-Bueno pasa y te daré un poco de chocolate.
-Una vez en la mesa…
-Mamá la verdad es que se meten conmigo porque dicen que tengo las orejas muy grandes.
-Pero hijo, tu no les hagas caso, tu eres un elefantito muy guapo y además se tiene que ir a la cama, ya que mañana hay que madrugar para ir al colegio.
-Está bien mamá, me iré a la cama y mañana será otro día.
-Pero mamá, mañana les plantaré cara, y ya verán lo que es bueno.
-Hijo, no debes meterte en problemas, tu no les hagas caso.
-No mamá, ya estoy cansado de todos esos niños, tengo que ser valiente y enfrentarme a ellos, y si no lo consigo buscaré otra forma de hacerlo.

Al día siguiente, Robustín se plantó frente a ellos y les dijo:
-Dejadme ya en paz
-Vaya, vaya, el elefantito nos ha plantado cara, ¿quieres pelea?
-No, yo solo quiero que me dejéis en paz
-No creo que sea posible
-Porque, yo nos he hecho nada
-Ya, pero no nos gustan tus orejas tan enormes y feas

Robustín llegó a casa cansado y lleno de moratones, su madre al verle tan triste decidió ir a ver al director del colegio y contárselo todo.
Al enterarse el director de estos sucesos, llamó a los padres de los niños que se metían con Robustín para contarles todo lo que les hacían sus hijos a Robustín. Y cuando los padres salieron del despacho del director avergonzados, castigaron a sus hijos durante mucho tiempo, y nunca más se volvieron a meter con Robustín.
Pablo Sáez

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