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martes, 9 de noviembre de 2010

ROBUSTÍN

Érase una vez un elefante llamado Robustín que tenía un problema: no tenía amigos, porque cada vez que jugaban a algo, el gran elefante lo estropeaba. Jugando al escondite, era muy fácil encontrarlo, o cuando él la ligaba, como era muy alto veía a todos, o jugando al pilla pilla era muy patoso y siempre se caía. Robustín, o como lo llamaban los demás, Torpecín, un día se encerró en su habitación muy triste porque no tenía amigos, pero de repente escuchó una voz que le dijo lo siguiente:
-¿Qué te pasa?-
Robustín dijo:
-¿Quién ha dicho eso?-
-Yo, aquí, debajo de ti- Contestó la voz.
-¿Qué eres?- Preguntó Robustín.
-Soy una hormiga. ¿Por qué estás tan triste?-

Entonces el elefante le contó lo que le pasaba, que no tenía amigos y que se sentía muy sólo. La hormiga le dijo que podía ser su amiga y el elefante contestó encantado que sí. Al día siguiente salieron justos a jugar pero cuando los demás los veían uno al lado del otro todavía se reían más que antes, porque decían que parecían una montaña junto a una hormiga. Tanto se reían que al final Robustín y la hormiga, que se llamaba Trompetín se volvieron a casa muy disgustados.

Al día siguiente la hormiga Trompetín llegó muy contenta a casa de Robustín y le dijo que había tenido una idea buenísima. Se le había ocurrido dar una gran fiesta e invitar a todos los animales que conocían. Robustín se puso muy contento y se pusieron a preparar muchos pasteles y bocadillos. También pusieron globos de colores, serpentinas y música. Había bebida y juguetes para todos.

A las cinco en punto ya estaban todos los animales esperando en el jardín. Robustín y Trompetín abrieron la puerta y entraron todos muy contentos. Fue una de las mejores fiestas que ha habido en la historia. Al terminar la fiesta los animales le pidieron disculpas a Robustín y Trompetín y desde ese día fueron amigos para siempre.


Luis Lázaro Hierro 5.º A

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