BIENVENIDOS AL CURSO 2.011- 12



viernes, 5 de noviembre de 2010

EL NUEVO AMIGO DE ROBUSTÍN

Érase una vez un elefante llamado Robustín. Vivía en un pequeño pueblo llamado Elecity, con sus padres, sus dos hermanas y su hermano.

Robustín era feliz de vivir allí con su familia, pero Robustín tenía un problema, sus orejas eran muy pequeñas, y aunque nadie se metía con él, porque todos le querían mucho, él no estaba contento de ser diferente porque quería ser como los demás elefantes.

Un día cuando la mamá de Robustín le fue a dar las buenas noches le preguntó-¿mamá por qué yo no soy como los demás, por qué yo tengo las orejas tan pequeñas?- no pasa nada por tener las orejas pequeñas, cada uno es como es y no hay que estar triste por eso- le respondió la mamá,- ya- dijo Robustín- pero a mí me gustaría no ser diferente ¿y si cuando crezca no me crecen las orejas y se me quedan pequeñas?- Eso no pasará- contesto la mamá- venga es muy tarde y si no, no descansarás para mañana. Está bien-dijo Robustín bostezando- me dormiré.

Al día siguiente cuando nadie estaba despierto Robustín cogió una mochila, se metió dos botellas de agua, cuatro bolsas de cacahuetes y se fue sin hacer ruido hacia la ciudad para buscar a alguien que quisiera unas orejas pequeñas. Se encontró a un elefante con un tamaño de orejas perfecto para él, entonces le preguntó-Hola señor. ¿Usted me cambiaría sus orejas por las mías? Y el elefante le contestó- ¡¿como te las voy a cambiar!? Estas son mis orejas de siempre, y me gustan- ¿y usted conoce a alguien que se quiera cambiar las orejas por algunas pequeñas?-preguntó Robustín- No, lo siento, no conozco a nadie, pero si caminas un poco más igual encuentras a alguien que te las quiera cambiar-contestó el elefante grande- ¡vale gracias!-dijo Robustín-y se fue caminando por la ciudad muy contento con la esperanza de que alguien le quisiera cambiar las orejas.

Le preguntó a mucha gente pero a todos les gustaban sus orejas y ya muy triste se sentó en un banco y empezó a pensar qué podía hacer. Pasó una señora elefanta al lado de Robustín y le preguntó-¿Qué te pasa? Y Robustín respondió -que no encuentro a nadie que me quiera cambiar mis orejas. Vete al campo allí seguro que algún animal te las quiere cambiar-contestó la señora elefanta-¡vale muchas gracias, adiós!-dijo Robustín casi sin aliento porque ya estaba llegando al final de la calle.

Cuando llegó al campo se encontró con un elefante granjero y le dijo-Hola señor ¿Usted me querría cambiar las orejas? No- respondió -es que me gustan mucho las mías, lo siento. No pasa nada- dijo Robustín- ya encontraré a alguien que me quiera cambiar sus orejas por las mías. Y siguió su camino por el campo. Como le pasó lo mismo que en la ciudad, que nadie le quería cambiar sus orejas Robustín empezó a pensar en su familia, en que se había perdido y no sabía cómo volver.

Entonces Robustín comenzó a llorar… pero de repente oyó algo a lo lejos y se dirigió hacia ese lugar y se encontró… ¡un circo! Y como no tenía nada que hacer entró y se sentó en unas butacas que había puestas dentro de la carpa. ¡El circo estaba muy chulo! había leones, tigres, monos, un rinoceronte… después de un descanso que hicieron salieron los payasos y detrás de los payasos salió… ¡un elefante volador, llamado Dumbo! Y cuando Robustín vio las preciosas orejas de ese elefante quiso conocerle.

Acabó el espectáculo y Robustín fue corriendo a buscar a Dumbo para pedirle sus orejas. Lo encontró en el camerino y nada más verse los dos dijeron a la vez ¿me cambias las orejas? Robustín le dijo extrañado- ¿tu quieres mis orejas? ¡Pero si son enanas. Si es verdad-respondió Dumbo-y eso es lo que yo quiero. Lo extraño es que tú quieras mis orejas. Robustín dijo- no son muy grandes. Pero si tú quieres mis orejas y yo quiero las tuyas… ¡podríamos cambiárnoslas por una semana! Es verdad- afirmo Dumbo- pero… ¿Cómo nos las vamos a cambiar? Eso… ¡no lo había pensado!-respondió Robustín-pero será fácil.

Ya con las orejas cambiadas Robustín y Dumbo se despidieron y quedaron en una semana en el camerino de Dumbo.

Robustín llego a casa y su madre que estaba muy preocupada le dijo- ¿donde te has metido? ¡Robustín no vuelvas a escaparte de casa! Robustín-dijo su papá- ¿no tienes las orejas más grandes? Si –afirmo Robustín- se las he cambiado a un amigo elefante nuevo que me he hecho ¿a qué molan? Si, pero no vuelvas a irte de casa sin avisarnos ¿vale?- dijo su mamá -vale- contestó Robustín- muy contento con sus nuevas orejas.

Al día siguiente Robustín se fue con su familia de picnic al campo pero Robustín no pudo jugar con sus hermanos porque cuando corría se tropezaba y se hacía mucho daño. Su mamá y su papá le decían- Robustín no te tendrías que haber cambiado de orejas, todos te queríamos como eras- ya, es verdad-contestó apenado.

Mientras en el circo Dumbo practicaba un mortal en el aire con gran dificultad porque no tenía sus orejas supergrandes y no podía volar y se caía… sus amigos le decían -si no te hubieses cambiado de orejas ahora podrías volar, Dumbo tienes que volver a cambiar, si es verdad- dijo Dumbo.

Ya pasada una semana Dumbo y Robustín fueron al campo y como a ninguno le gustaba sus nuevas orejas se las volvieron a cambiar.

Y así Robustín y Dumbo aprendieron que cada uno es como es y que no hay que estar avergonzado o triste por eso.


MARTA MUGURUZA

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