Érase una vez en el fabuloso país de
Andalasia, en una reunión de príncipes, princesas y brujas malvadas que sucedió un terrible acontecimiento que
ninguno de los príncipes que estuvieron allí presentes podrá olvidar. Ocurrió en el mágico palacio del emperador desnudo porque,
cuando murió, las brujas lo conquistaron, aunque los príncipes y las princesas
no se habían dado cuenta.
Llegó el
sábado y a las siete y media las princesas estaban ya vestidas mientras que los
príncipes llevaban vestidos desde las cinco menos cuarto. Ya eran las ocho y
los príncipes y las princesas estaban muy nerviosos deseando encontrarse con
sus amados mientras que las brujas se reían porque la primera parte de su plan
había funcionado.
Entonces las malvadas brujas bajaron y les
metieron a cada una una manzana
envenenada en la boca para
asarlas en el horno y comérselas; pero el príncipe Javier que sospechaba algo no obedeció a las malvadas
brujas y se escondió en el palacio. Entonces vio a las malvadas brujas llevándose a las princesas al horno.
Así que el príncipe le dijo a su caballo
Perdigón que fuera a llamar a los demás
príncipes y Perdigón salió pitando para cumplir la orden.
Este libro se terminó de
imprimir en 2011
Un día las malvadas brujas engañaron a los príncipes y a
las princesas mandándoles una carta diciendo:
Queridas
princesas:
Somos
vuestros príncipes y queremos invitaros a una fiesta en el palacio del
emperador desnudo a las nueve. Tenéis que venir todas porque seguro que no
queréis que ninguno de nosotros se quede solo, da igual que tengáis gripe o
varicela, tenéis que venir.
Os quieren,
Vuestros príncipes.
A los príncipes les mandaron otra carta diciendo:
Nuestros
queridos, queridísimos príncipes:
Os pedimos,
por favor, que vengáis con nosotras al baile del emperador porque seguro que no
queréis que ninguna de nosotras se quede sola. Da igual si os ha beis puesto
enfermos o si tenéis que salir de viaje. Os esperamos el sábado a las nueve.
Vuestras
princesitas.
Los príncipes y las princesas se lo creyeron. Así pues las princesas se
fueron a buscar sus fabulosos vestidos y los príncipes a por sus trajes.
De camino al palacio las princesas iban hablando de sus
vestidos y sus peinados.
En el baile las princesas deslumbraban con sus preciosos
vestidos. La Bella Durmiente llevaba el pelo suelto, un vestido de seda rosa de
cuatro volantes con miriñaque y en el
centro un lazo enorme, sus zapatos eran
de finísimo tacón, Bella llevaba el pelo
con un gran moño salpicado de flores, un vestido amarillo de raso muy simple
con unos zapatos a juego de poco tacón ( era muy comodona) y con un pequeño
lacito amarillo un poco más fuerte, Blancanieves llevaba una falda azul plisada conjuntada con una camiseta amarilla
con flores rojas y unos botines de poco tacón, Cenicienta llevaba un moño, un vestido azul oscuro y
azul clarito y unos zapatos de cristal azul. Había muchas más princesas, pero
no las puedo describir a todas porque sino el cuento trataría de cómo se
describe a una princesa.
El príncipe Fernando, que era el novio de Rapunzel, llevaba
unos pantalones marrones y una chaqueta azul con algún que otro diamante,
Felipe era el novio de la Princesa y el Guisante, iba vestido con una guerrera
militar roja con botones dorados y los
pantalones negros, Javier, que hace un
año fue un sapo, era el novio de la princesa que le salvó, él llevaba puesta
una chaqueta de lana verde sapo y unos pantalones también verdes con botas marrones. Seguiría describiendo pero,
como he dicho antes, este cuento trataría sobre cómo se describe a un
príncipe. Todos estaban felices bailando menos las brujas
que les
estaban observando desde la tercera planta. Cuando Morgana dio la señal una de ellas dijo
imitando la voz del emperador:
“SEPARAOS. Los príncipes a esa esquina mirando a la pared y
cuando pasen veintidós segundos salid fuera del palacio e idos a vuestras
casas”. Ellos obedecieron.
“Las princesas a la
otra esquina, mirando la espalda de los príncipes y ahora cerrad los ojos”.
Ellas también obedecieron.
Mientras, las malvadas brujas se reían a carcajadas y se
relamían pensando lo ricas y tiernecitas que estarían las princesas. Pero
cuando la malvada bruja Morgana estaba metiendo en el horno a Rapunzel, el
príncipe se transformó en sapo pegajoso
y se lanzó a la cara de la malvada bruja escupiéndole un líquido venenoso que
le provocó una verruga gigante que no le dejaba ver.
Cuando las malvadas
brujas oyeron sus gritos fueron corriendo a ayudarla , pero, en ese momento
llegaron los otros príncipes y comenzó una lucha terrible entre ambos bandos.
Las malvadas brujas, gracias a sus hechizos, iban ganando
la pelea. Los príncipes estaban heridos y casi no les quedaban fuerzas; pero, a
pesar de ello seguían luchando valientemente.
Entonces, apareció
el hada Ventisca, que había visto todo en su bola de cristal y sopló y
sopló y a las brujas derribó. Y cuando estaban en el suelo un tornado
resopló que a las malvadas brujas al
horno metió.
Los príncipes besaron a sus princesas que despertaron sin
recordar nada de lo que había sucedido.
El baile prosiguió y a las
doce terminó y colorín colorado este cuento se ha acabado Colección:
Perdigón
Editorial:
sm
Princesas al horno
Paula Marín
A mi abuela
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